martes, 24 de febrero de 2015

CRÍTICAS (X): "SIEMPRE ALICE", DE RICHARD GLATZER & WASH WESTMORELAND

Still Alice. USA, 2014. 100 minutos. Dirección: Richard Glatzer & Wash Westmoreland. Reparto: Julianne Moore (Alice Howland); Alec Baldwin (John Howland); Kristen Stewart (Lydia Howland); Kate Bosworth (Anna Howland); Shane McRae (Charlie Howland). Guión: Richar Glatzer & Wash Wetmoreland, sobre la novela homónima de Lisa Genova. Música: Ilan Eshkeri. Fotografía: Denis Lenoir. Montaje: Nicolas Chaudeurge. Dirección Artística: Susan Perlman. Color.




INTRODUCCIÓN

El dolor llega siempre. Da pocos avisos. Quizás un respingo del alma, un fogonazo. Quizás una ligera tristeza que nunca se sabe de dónde viene. El dolor siempre llega. Un día despiertas y sabes que todo ha cambiado. Que la vida ha dicho basta. El dolor siempre llega. Un día de septiembre de 2006, le llegó a Alice Howland. Qué paradoja. Howland había hecho de la comunicación su vida. Una de las lingüistas más respetadas de Estados Unidos, profesora de psicología cognitiva en Harvard (en la película cambian Harvard por Columbia), comenzó a sentir que no podía comunicarse con los demás. Las palabras empezaron a faltarle. Luego, los conceptos. Luego, la memoria. Luego, su vida entera. El alzheimer se la había robado. 
Lisa Genova escribió en 2007 la biografía de Alice Howland. Ella misma lo autoeditó. Alguien lo leyó, la bola fue creciendo y acabó vendiendo millones de ejemplares y traduciéndose a veinte idiomas. Y es que la historia de Alice Howland es el retruécano del dolor. No sólo perdió lo que más amaba, las palabras y la memoria de su madre y su hermana, fallecidas en un accidente de tráfico, sino que además su tipo de Alzheimer es de los más crueles: hereditario. Una de sus hijas, Lydia, terminará por sufrir del mal. Una historia profundamente desgarradora... pero que en la película se queda en la superficie. Quizá por el dolor de uno de los codirectores: Richard Glatzer, él mismo enfermo de esclerosis lateral amiotrófica. No puede hablar y dirigió la película utilizando una aplicación informática que le permitía comunicarse a través de su I-Pad. A veces el dolor es un freno. 


SIEMPRE JULIANNE MOORE

Si nos ceñimos a la faceta meramente artística, y dejamos a un lado la sentimental, ir a ver Siempre Alice es, en realidad, ir a disfrutar de Julianne Moore. A pesar de no firmar su mejor papel, la actriz de Carolina del Norte ES la película. Como es tantas y tantas películas. Por eso llama la atención que los directores de casting de Siempre Alice pensaran antes en, atención: Michelle Pfeiffer, Julia Roberts, Nicole Kidman y Diane Lane. Todas rechazaron el papel, gracias al universo. Por cierto: lo de los directores de casting de esta película es una auténtica broma. Lo de elegir a la crepuscular Kristen Stewart para mantener un mano a mano con Julianne Moore es uno de los grandes fallos de los últimos tiempos. Por ahí tiene la película una vía de fuga importante. 
Debe ser que los responsables de elegir el elenco no vieron a Julianne Moore en Short Cuts, la obra maestra de Robert Altman. Yo lo recuerdo perfectamente. Era 1993 y, ya en pleno delirio ante la calidad de la película, vi aparecer a una pelirroja que en la pantalla era como un jaguar. 


                                     


¿Cómo no enamorarse de Julianne Moore después de verla flotar por la pantalla en actuaciones tan memorables como las de El Fin del Romance o Lejos del Cielo (una de las mejores películas de lo que va de siglo)?

                                     


Sin duda, Julianne Moore es la mejor actriz que ha dado el star system en los últimos veinte años. Polivalente, cercana, salvaje, cutánea. La amiga que siempre quisimos tener en el instituto. 
Así que me imagino a los directores de la película diciendo: "Mire, Moore. Usted muévase por aquí, hable, mire (nadie aguanta los primeros planos como ella), llore", y todo salió solo.


                                       


El personaje progresa gracias a ella: desde una segura, pija, un pelín chula profesora de lingüística en Columbia a una mujer que pierde cualquier contacto con la realidad para reducirse, al final de la película, a un ser humano abandonado, primario, que además sabe, en lo más profundo de su mente, que su hija menor también sufrirá alzheimer. Toda la seguridad de su vida lineal y burguesa se derrumba de manera brutal. Moore es capaz de dar la impresión de haberse ido quitando capas de piel hasta quedarse como menguada, como constreñida en un mundo que ya no entiende. Si la podéis ver en versión original, prestad atención a cómo el torrencial verbo del principio va disminuyendo hasta ser un hilo de voz con la última palabra que se pronuncia en la película: "amor". 
Moore es un ciclón y el resto del elenco tiene que agarrarse a algo para no ser arrastrado por los aires. Alec Baldwin, que no está mal, aparece embelesado con su compañera de reparto durante toda la película. No lo puede evitar. Y la pobrecita Kristen Stewart se pasa la película acongojada por tener que medirse a una actriz en plena forma. 


SIN MEDIAS TINTAS

Siempre Alice es una película mediana. Le falta tensión dramática por la desigualdad de las interpretaciones y por ese aire didáctico que tienen muchas películas norteamericanas cuyos productores se empeñan en dejar claro de lo que se está hablando, bien sea el beisbol, bien la invasión a Irak, bien el alzheimer. Las pruebas a las que se somete el personaje para determinar su mal rozan el documental, y eso frena la acción de la película. 
Sin embargo, hay algo que me gusta, amén de Julianne Moore: el alzheimer, como cualquier enfermedad incurable, es una putada. Se desembarazan los directores de esa falsa condescendencia, de esa falsedad judeocristiana de que el amor puede mitigar la enfermedad. No. Es una putada sin solución y, para rematar, en el caso de Alice, además es congénita. Es duro, pero es así: su marido y dos de sus tres hijos acaban por olvidarse de ella, como ella misma se olvida, stricto sensu, de ellos. Al final solo le queda su hija menor, la que ha dado positivo en los tests genéticos. Lo deja todo para quedarse con su madre, porque en unos años ella misma será su madre.


COROLARIO

¿Por qué el alzheimer? ¿Por qué mueren ciertas células de manera desconocida? ¿Por qué en esta franja de la historia? (mi mente conspiranoica podría ofrecer alguna explicación, pero sería objeto de otro blog). Siempre Alice nos deja esas preguntas. También, para la historia, el diálogo entre la Alice de antes y la de ahora. Ese diálogo a través de una pantalla de ordenador entre la mujer que fue y la que es. Ese alarde de interpretación en una secuencia que es, de largo, lo mejor de la película. 

Al final, comiendo una hamburguesa en el excelso Los Vikingos en pleno paseo del Muro de Gijón, una clienta afirmaba. "Yo Birdman no la entendí". Yo, tampoco.



5 comentarios:

  1. Su hija menor no es la que tiene los test positivo , sino su hija mayor Anna por eso aceleró el proceso para quedar embarazada

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  2. Correcto,lydia es la que no quiso hacerse los exámenes.

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  3. Correcto,lydia es la que no quiso hacerse los exámenes.

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  4. Lo que es argumentar, sin sentido propio del tema. Quien escribió esto, parece que no tener ni remota idea de la película.

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  5. Lo que es argumentar, sin sentido propio del tema. Quien escribió esto, parece que no tener ni remota idea de la película.

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