lunes, 14 de diciembre de 2015

CRÍTICAS (XIII): "EL HIJO DE SAUL" DE LASZLO NEMES

Saul Fia. Hungría. 2015. 107 minutos. Dirección: Laszlo Nemes. Reparto: Geza Röhrig (Saul), Levente Molnar (Abraham), Urs Rechen (Kapo Biederman), Sandoe Zsoter (Doctor). Guión: Laszlo Nemes & Clara Royer. Fotografía: Matyas Erdely. Montaje: Matthieu Tapponier. Música: Laszlo Melis. Sonido: Tamas Zanyi. Color.



INTRODUCCIÓN

El Hijo de Saúl pasó como un ciclón por el reciente Festival Internacional de Cine de Gijón. Bueno, por Gijón y por multitud de festivales de todo el mundo. En Gijón pudimos verla en la sección Gran Angular, una selección de películas galardonadas en otros festivales. Hijo de Saúl ha ganado multitud de premios, pero el aldabonazo lo dio en Cannes donde se llevó cuatro premios, el más relevante el que otorga la crítica internacional.

Pero, ¿qué tiene esta película, el debut en en el largometraje del húngaro Laszlo Nemes? Verán: tanto a los aficionados al cine como a la crítica nos encanta que nos ofrezcan cosas nuevas. Muchas veces para poner a parir al director. Otras, como en este caso, para postrarnos de hinojos ante él. 

Un botón, como muestra.


                                           



EL ÉXODO EN REVERSO

La película es difícil de ver. Eso lo reconozco. A veces la tensión es extrema. ¿Por qué? Porque está rodada desde el punto de vista del protagonista, con mayoría de planos por encima de sus hombros o con la cámara situada en uno de sus flancos. Se une aquí una trinidad maravillosa: la del director Laszlo Nemes, por el atrevimiento; la del director de fotografía Matyas Erdely, que consigue incluso cambiar el foco sin cambiar el plano (la duda es si la cámara está robotizada, porque si está hecho "a huevo" es todavía más fascinante) y el del editor de sonido Tamas Zanyi. El sonido es un personaje más de la película.
En 107 minutos sólo hay 85 planos, el más largo de cuatro minutos. Para que se hagan una idea, en la famosa escena del baile de Gene Kelly en Cantando bajo la Lluvia, que dura 4 minutos y 36 segundos, hay diez planos. Y, sin embargo, el ritmo nunca decae. Largos planos secuencia que a uno le recuerdan a un videojuego de acción. El personaje principal se desliza por los escenarios (mínimos). En off, oímos gritos, golpes, disparos. La vida se desarrolla más allá de nuestro campo visual. El desasosiego es constante. La película se ve al borde de la butaca. Todo es tensión, la tensión que nos produce no ver lo que estamos oyendo. Un alarde de narración cinematográfica.

El hijo de Saúl nos cuenta la historia de un sonderkommando ("comandos especiales" en castellano), grupos de "trabajo" a las órdenes de los nazis, formados tanto por judíos (principalmente), como por no judíos. En los campos de concentración eran los encargados de conducir a los prisioneros a las cámaras de gas, seleccionar a los cadáveres según los objetos de valor que llevasen y rapiñar luego esos objetos para entregárselos a los oficiales alemanes. El destino del sonderkommando era terrible. Con el fin de que no se filtrase al exterior todo lo que ocurría eran ejecutados una vez su labor había terminado.

Saul Auslander es un sonderkomando judío de origen húngaro. En una concatenación de planos sin profundidad de campo lo vemos ejercer "sus funciones" hasta que un chaval sobrevive al gas letal. Boquea. Aún está vivo. La piedad, pero también la posibilidad de escapar del campo, inducen a Saul a adoptar al chico (al que un oficial remata de un disparo en la cabeza). Intenta hacerse con el cadáver inventándose que es su hijo. A partir de ahí, se inicia una búsqueda desesperada de un rabino para enterrar el cadáver del joven según los cánones judíos. Es sólo una excusa. El horror, ese horror invisible pero tan real, es el auténtico protagonista de la película.

                                      


Pero existe una tercera trama. Esa alegoría del éxodo judío. La liberación de los esclavos hebreos del yugo egipcio. El intento de evasión. El intento de huir del infierno. La amargura... todo es amargo en este film magistral y devastador.

COROLARIO

Narrativa y técnicamente maravillosa, El Hijo de Saúl es una de las películas del año y de muchos años. Su protagonista, Geza Röhrig, es un poeta húngaro afincado en Nueva York, que se convirtió al judaísmo tras una visita a Auschwitz. Su mirada, su pose siempre encorvada y al borde del colapso, es también uno de los hallazgos de la película. Nominada al Globo de Oro a la mejor película en habla no inglesa, a buen seguro lo estará al Oscar. No me extrañaría ver también entre los nominados al director de fotografía. Su labor es una auténtica genialidad. 

El Hijo de Saul se estrenará en España el 15 de enero. 





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