viernes, 30 de enero de 2015

CRÍTICAS (IX): "LEVIATHAN", de Andrey Zvyagintsev

Leviathan. Rusia, 2014. 140 minutos. Dirección: Andrey Zvyagintsev. Reparto: Aleksey Serebryakov (Kolya); Elena Lyadova (Lilya); Vladimir Vdovichenkov (Dmitri); Roman Madyanov (Alcalde Shelevyat); Sergei Pokhodaev (Roman); Lesya Kudryashova (Yuliya); Aleksey Rozin (Pacha). Guión: Oleg Negin & Andrey Zvyagintsev. Música: Philip Glass. Fotografía: Mikhail Krichman. Montaje: Ed Costello, Dave Hughes & Sophia Tamburrini. Color.  






INTRODUCCIÓN

El 4 de junio de 2004, Marvin Heemeyer, un operario de Granby (Colorado), puso en marcha su gran plan. Tras perder juicios y más juicios ante las autoridades de su pueblo y de su estado, Heemeyer no aguantó más. Había comprado una parcela para montar un taller, pero años más tarde el ayuntamiento realizó una maniobra oscura para arrebatarle parte del terreno y construir en él una empresa cementera. Tras multitud de pleitos y derrotas, Heemeyer construyó un bulldozer, una suerte de excavadora todoterreno, y demolió con saña primero el ayuntamiento de Granby y luego la casa del alcalde. Completado su plan, se pegó un tiro en la sien.

En 2009, en el pueblo de Kirovsk (donde está rodada la película), un empresario local, Ivan Ankushev, descontento con lo que consideraba elevadísimos impuestos locales, mató a tiros al alcalde y al concejal de la vivienda. Después, se pegó un tiro en la sien.

En el Antiguo Testamento, Yahveh permite a Satanás hacerle la vida imposible a Job, de la tierra de Uz. Satán le envía epidemias, mata a sus hijos, permite que su esposa lo repudie, que los ladrones devasten sus tierras... en fin, un cúmulo de puñetas que Job supera con su incomparable paciencia, hasta que Yahveh le premia con el doble de todo lo que había perdido. 

Estas tres historias son el magma de Leviathan, de Andrey Zvyagintsev. Una película prohibida en su país de origen Rusia, catalogada de antipatriótica, de dibujar una realidad decadente, alejada, según los prebostes rusos, de la auténtica situación del país. El éxito internacional (Globo de Oro incluido) parece haber hecho pensárselo al gobierno, que anuncia su estreno en Rusia el próximo 5 de febrero. Habrá que verlo. Aún más curiosa es la acusación de los detractores de la película de que ésta está financiada por el gobierno Obama. Sin embargo, en los créditos aparece un enorme rótulo en el que se especifica que está subvencionada por el Ministerio de Cultura ruso. Osea, Putin se ha marcado un gol en propia digno de un central tuercebotas. 


LA DECADENCIA HUMANA

Pero, ¿qué cuenta Leviathan para haber levantado tantos sarpullidos en Rusia? Pues nada menos que algo universal: la decadencia del ser humano. Algo universal y atemporal. El hecho de que suceda en Rusia puede añadir cierto color local, pero el núcleo de la película ocurre en todas las sociedades del mundo. Zvyagintsev narra la historia de Kolya, un pobre hombre al que le pasa de todo: el alcalde del pueblo, un hombrecillo miserable, miedoso, acomplejado y alcohólico, le desahucia de su finca para construir un complejo faraónico e innecesario con el que se meterá dinero en el bolsillo. El mejor amigo de Kolya, Dmtri, le defiende en el juicio. Chantajea al alcalde, está a punto de conseguir amedrentarlo, pero el cuerpo pretoriano del alcalde lo acorrala y amenaza con matarlo. Mientras tanto, le pone los cuernos a Kolya. Los amigos de Kolya son una pareja de alcohólicos amorales que no dudan en delatarlo en uno de los giros de la película que, evidentemente, no voy a contar. 

Un cúmulo de desgracias digno de Job. Pero, al contrario que el santo paciente, Kolya no verá duplicados sus bienes tras soportar las pruebas a las que se ve sometido. No hay esperanza. Sencillamente. 


                                   


Dos consejos: Para ver Leviathan debe gustarle el cine, pues no encontrará efectismos, ni la música sube, ni hay concesiones. No es una película de anuncio de televisión. Zvyagintsev rueda premeditadamente de una manera minimalista, sin grandes movimientos de cámara. La cámara es el ojo. Hay encuadres magníficos, de puro talento cinematográfico. Algo que apoya una fotografía fantástica, plúmbea, como si una cortina de detritus cubriese el pueblo y una profundidad de campo gigantesca, en la que parece apreciarse toda la tierra girar. Segundo consejo: no vaya a ver la película si tiene un mal día. Vaya con el estómago aposentado. Esto no es Cantando Bajo la Lluvia.


LA CRUDEZA DE LA REALIDAD

Leviathan es más cruda que los bistecs de los Picapiedra. Todo parece sufrir una enfermedad incurable. ¿Ha cambiado algo después de la caída del Muro de Berlín? Parece que no. "Nunca has tenido derechos y nunca los tendrás", le espeta a Kolya el alcalde, en plena borrachera. Todo sigue igual. La gran evolución pendiente, el poder del individuo que puede fortalecer la sociedad, es una utopía. Ocurre en Rusia, donde la burocracia, la iglesia y la corrupción enmudecen cualquier susurro de protesta. Algo significativo: el alcalde del pueblo donde se rodó la película, disgustado por la imagen ofrecida, quiso contrarrestarla señalando que la biblioteca de Kirovsk "dispone de internet y televisión por satélite". Ese es el concepto de cambio que se ha instalado en Rusia, en España y en cualquier país que haya sufrido una dictadura durante el siglo XX. Un señuelo, en suma, en el que la mayoría de la sociedad ha picado. 
De eso trata la película: de la amargura de comprobar que nada ha cambiado y que, probablemente, a no ser que haya un despertar, nada cambiará. Que el internet y la televisión por satélite son el paradigma de la libertad, de esta libertad que se nos vende para que todo siga igual.
El Leviatán, ese monstruo marino que engulle todo a su paso, no es tanto el statu quo que da la impresión de manejar nuestras vidas. El Leviatán somos nosotros mismos. El esqueleto de ballena que yace en la playa gris del pueblo es nuestra propia osamenta. Por eso es tan amarga la película: porque nos muestra hasta dónde hemos llegado y los límites sorprendentes de nuestra paciencia. Si no están dispuestos a cuestionarse estas cosas, vean Águila Roja por el bien de su estabilidad emocional. 


COROLARIO

Leviathan es una muy buena película, pero en mi opinión no la obra maestra que para muchos es. Le sobra metraje y escenas que no aportan nada. Sin embargo, es la clara favorita al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, con permiso de la polaca Ida. Y, sobre todo, es una película que necesitaba hacerse. Las conclusiones son siempre suyas. 


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