martes, 1 de marzo de 2016

CRÍTICAS (XVI): "La Habitación", de Lenny Abrahamson

Room. Canadá / Irlanda, 2015. 118 minutos. Director: Lenny Abrahamson. Reparto: Brie Larson (Mamá / Joy), Jacob Trembley (Jack), Sean Bridgers (Viejo Nick), Joan Allen (Abuela), William H. Macy (Abuelo), Tom McCamus (Leo), Cas Anvar (Doctor Mittal). Guión: Emma Donoghue, basado en su novela homónima. Música: Stephen Rennicks. Fotografía: Danny Cohen. Montaje: Nathan Nugent. Dirección Artística: Michelle Lannon & Mary Kirkland. Color.




INTRODUCCIÓN

Escribir sobre La Habitación es escribir sobre Jacob Trembley. Me cuesta trabajo entender cómo un niño que cumplirá diez años en octubre, puede ofrecer una interpretación tan prodigiosa, tan demoledora, tan sensible, tan profunda, tan precisa. Una exhibición en toda regla que deja el trabajo de Leonardo Di Caprio (lo menciono ya que ganó el Oscar) en una mamarrachada. Sí, Brie Larson, su partenaire en la película, está correcta. Grita muy bien, está compungida todo el rato... se afirma que estuvo un mes aislada para asimilar el papel y que no se lavó la cara durante todo el rodaje para acentuar su falta de maquillaje. Ya saben que toda esta parafernalia gusta mucho en Hollywood y por eso le han dado el Oscar a la actriz californiana. Pero el Oscar, en cierto sentido, fue también para Jacob Trembley. Porque si Brie Larson grita muy bien, cómo mira Jacob Trembley. Cómo habla Jacob Trembley. Cómo lee Jacob Trembley. Cómo se mueve Jacob Trembley.




Desconozco por qué hace unos años se nominó a Quvenzhané Wallis al Oscar a la mejor actriz por Bestias del Sur Salvaje, cuando sólo tenía nueve años, y se ha pasado por alto en esta edición a la mejor interpretación del año. No puede ser una cuestión de edad. Sea como fuere, Trembley puede diluirse en el tiempo como la mayoría de los grandes actores infantiles, o mantener esa mirada y convertirse en un actor sobresaliente. Lo que es seguro es que en La Habitación nos deja noqueados.

UN CUENTO GÓTICO

La Habitación es un compendio de muchas cosas pero, sobre todo, es un cuento gótico. Esa primera hora de película, en la que vamos descubriendo la historia de Joy y Jack, me recuerda en cierta medida a El Resplandor o, sobre todo, a La Noche del Cazador. Vamos sabiendo que Joy fue secuestrada siete años atrás y que Jack ya nació en cautiverio. Vemos la sombra del raptor, saliendo de las tinieblas. Conocemos que Joy fue violada por ese personaje sin nombre (se le denomina Viejo Nick, uno de los apelativos del diablo en inglés). Y, sin embargo, es la anti-película de terror. Un niño y una casa son los ingredientes fundamentales del terror moderno. Sin embargo, para Jack, el zulo donde está confinado con su madre (Habitación, como él la llama) es el mundo. Nunca ha conocido nada más que el calor de su madre (de la que aún toma el pecho), el olor de su madre, la respiración de su madre cuando duerme, la televisión, una planta, algunos juguetes y la claraboya por la que entra una mínima porción de luz. Eso es el mundo para Jack. El miedo no existe. No existe la noción de pecado. No existe el concepto de gente. No existe el concepto de amistad. Es una pureza desbaratadora, paradójicamente desarrollada en un infierno. 
Una noche descubre qué es tener miedo. Descubre que su captor, su padre biológico en realidad, es capaz de hacer daño a su madre. Es la primera noción que recibe del mundo exterior, una sombra nada más, como ocurre en La Caverna de Platón. 


                                     
                                         https://www.youtube.com/watch?v=rkEnJkLv5Xc

La segunda parte es un disparo al estómago. Amarga, sórdida... el descubrimiento del mundo por parte de Jack es un auténtico trauma. La familia de su madre está rota. Todo está lleno de cosas. Y, lo más importante: Jack aprende lo que es la incomunicación, el dolor, la soledad, el aburrimiento, la nostalgia. Todo lo que nos conforma como seres humanos. Es fascinante observar cómo los ojos de Jacob Termbley lo van absorbiendo todo. 
Es aquí cuando aparecen dos conceptos que a mi me llegaron adentro como un disparo. El concepto de volver, que todos hemos sentido alguna vez. No hay nada que nos desarme tanto como volver a la habitación de nuestra infancia. El mejor momento de Brie Larson es cuando regresa a esa habitación y todo en ella se ilumina. Siempre hay que volver, aunque sea en sueños. Como Rebeca a Manderley. 
El otro concepto es el de 'madre'. El vínculo irrompible con una madre. Sólo cuando Jack ve peligrar a su madre acepta el mundo al que se le ha condenado a vivir. Es el precio que hay que pagar. Y ese es el último descubrimiento de Jack: lo que significa el amor. No lo salva, porque el futuro siempre es incierto, pero lo sana de alguna manera. 
Al final, siempre hay que volver, aunque sea para saber que nunca más se volverá. 

COROLARIO

La Habitación es un manantial de emociones. Lenny Abrahamson está brillante en la dirección, Brie Larson está convincente, pero todo se reduce a lo que transmite ese asombro llamado Jacob Trembley. Veremos lo que le depara el futuro.