viernes, 3 de junio de 2016

CRÍTICAS (XVII): "Esa Sensación", de Cavestany, Hernando y Génisson

Esa Sensación. España, 2105. 80 minutos. Directores: Juan Cavestany, Pablo Hernando y Julián Génisson. Reparto: Lorena Iglesias, Vito Sanz, Jorge Suquet, Miquel Insua, Juan Antonio Lumbreras. Guión: Juan Cavestany. Música: Aarón Rux. Montaje: Raúl De Torres. Fotografía: Juan Cavestany, Pablo Hernando y Julián Génisson. Color.


INTRODUCCIÓN

En una ciudad de 300.000 habitantes como Gijón, tan sólo unas cuarenta personas habremos visto en una sala Esa Sensación. Es el signo de los nuevos tiempos cinematográficos. Todo se ha banalizado. Si la sala no huele a hamburguesas, tacos mejicanos o palomitas (el mal menor), la gente huye. No interesan ya las sensaciones. Sólo las imágenes. Los poderes fácticos, que existen a pesar de que ellos mismos insistan en decir que no existen, nos han llevado a conocer mejor nuestro salón que nuestra ciudad. Nos han llevado a formar una familia. Nos han llevado a desconfiar. Nos han llevado a no pensar. No consuma. Mire: necesitamos más población pero más empobrecida. Que la brecha se agrande. Usted entreténgase con las redes sociales y la (mierda) de televisión que le ofrecemos. No salga. No salga. No salga de casa. Su gran triunfo es conseguir todo esto sin que nadie lo cuestione. Es la venganza del hombre de orden. 

Ya nadie pasea. Todo el mundo corre. 

Esa Sensación, que habla de todas estas cosas, se estrenó oficialmente en el pasado Festival de Málaga, en octubre, pero no se ha distribuido hasta hace quince días. A Gijón ha llegado gracias al ciclo Laboral Cineteca , una iniciativa al alimón entre el Gobierno del Principado y el ex director del FICX, José Luis Cienfuegos, ahora director del Festival de Cine de Sevilla. El gobierno local tachó el proyecto de "competencia desleal" al FICX. Vamos, que lo habían hecho para tocar las pelotas. Hombre, algo de cierto hay, pero lo que debería saber el gobierno local es que el cine es cine. Y los usuarios lo agradecemos. Nos da igual de dónde venga. Hay que ampliar un poco las miras, por favor. 

NUEVO LENGUAJE

Tres historias que se entremezclan. Tres directores con autonomía. Ya el enfoque es novedoso. Pero más lo es el lenguaje narrativo. Aviso: ver Esa Sensación no es un ejercicio fácil. Yo lo reconozco: durante los primeros minutos llegué a pensar: "¿Quién me habrá engañado a mí para pagar por esta memez?". Porque el arranque es un híbrido entre una película con ambiciones y una colección de chistes de esos que ahora hacen gracia, ese humor "pijo", ahora llamado "hipster". Ese ingenio propio de un canguro. Sin embargo, la película va desarrollándose, con un lenguaje muy en consonancia con esa nueva manera de narrar del cine español cuyo origen yo situaría en la gigantesca Smoking Room, de JD Wallowits y Roger Gual.


                                           https://www.youtube.com/watch?v=TVecJqpSR3M

El paradigma del cine ha cambiado. Los americanos siguen haciendo grandes películas pero, al menos Hollywood, ya no es la meca del cine. Existe una nueva generación de autores, también en España, que ha sabido plasmar la auténtica tragicomedia que es vivir. Historias que nos atañen, que nos definen, que cuentan esa sensación tan placentera pero tan aterradora que causa no entender el mundo. La épica somos nosotros. Esa nueva concepción del cine es en la que se enmarca Esa Sensación. Con primerísimos planos, con los silencios adecuados, con una fotografía diáfana que muestra incluso los poros y los vellos, con una estructura narrativa que sabe dónde colocar un chiste... la película comienza a dejar poso en el espectador. Una especie de prurito por saber dónde terminará cada historia. No cómo, sino dónde.


                                          https://www.youtube.com/watch?v=oZL4RGuH_LI

Una mujer que se excita sexualmente con los objetos, si son piedra y metal mejor, y hace el amor con un puente. Un virus que se propala por la ciudad y fuerza a la gente a decir majaderías en el momento menos apropiado. Un agente inmobiliario que se convierte al catolicismo. Esas son las tres historias que cuentan Cavestany, Hernando y Génisson. Una historia que nació de un fracaso, la obra de teatro Tres en Coma, dirigida por Cavestany y Génisson, y a cuyas representaciones no asistió "ni el Tato", lo que les espoleó para adaptarla parcialmente al cine. La actriz gallega Lorena Iglesias, cantante, cómica y monologuista, una currante de la actuación, era una de las protagonistas de Tres en Coma, y ofrece en Esa Sensación una de las interpretaciones del año. Sin una línea de diálogo es increíble el torrente de emociones que logra transmitir. Iglesias, como Génisson y Aarón Rux (el compositor de la banda sonora), conforman el trío Canódromo Abandonado, que ha hecho de Youtube el escenario de sus números cómicos. 
La película tiene ese aire cooperativista, el mismo que tenía Arrebato o las primera de Almodóvar. Y en realidad es así: todos han hecho de todo. Sin embargo, Esa Sensación no pierde empaque. Al contrario: las tres historias van paulatinamente entretejiéndose, a pesar de que en el punto de partida parecen lejanas en el tiempo y en el espacio, hasta desembocar en un desasosiego que parece extenderse como una plaga.
Esa Sensación tiene un cierto recubrimiento de involución. Muestra a los personajes como imbuidos de un robotismo que todos alguna que otra vez hemos pensado de los demás e, incluso, de nosotros mismos. Los personajes han perdido su voluntad: todo lo que hacen está enfocado a alimentar ese nuevo subconsciente colectivo que, desengañémonos, marca el ritmo de nuestros días. Nunca hemos estado tan cerca y a la vez tan lejos de los demás. Los tres personajes principales, no obstante, experimentan una epifanía a través de algo tan banalizado ahora, pero tan trascendental en nuestras vidas como son las fotografías: una foto que les transporta a aquel pasado humano y repleto de sensaciones. De esas sensaciones que son el eje de la película.

COROLARIO

La crítica especializada y oficial ha flipado con la película. Muchos la catalogan de obra maestra. Yo debería verla otra vez para poder definirme. Lo que tengo claro es que, como ocurre con las películas que cuentan cosas y transmiten emociones, salí de la sala con la cabeza absolutamente despejada. Tan despejada que no dejaba de preguntarme qué diablos estoy haciendo con mi vida. Desconcertado. Sí, esa es la palabra. Y pocas películas lo consiguen.