martes, 9 de septiembre de 2014

PELÍCULAS PARA UNA NOCHE DE VERANO (IV): "FRESAS SALVAJES"

Smultronstället. Suecia, 1957. 91 minutos. Dirección: Ingmar Bergman. Reparto: Victor Sjöström (Dr. Isak Borg); Ingrid Thulin (Marianne Borg, nuera de Isak); Bibi Andersson (Sara); Gunnar Björnstrand (Evald, hijo de Isak); Folke Sundquist (Anders); Björn Bjelfvenstam (Victor); Jullan Kindahl (Agda); Gertrud Fridh (Karin, esposa de Isak). Guión: Ingmar Bergman. Música: Erik Nordgren. Fotografía: Gunnar Fischer. Montaje: Oscar Rosander. Dirección Artística: Karl-Arne Bergman. Vestuario: Millie Ström. Glorioso Blanco & Negro. 




INTRODUCCIÓN
Me embarco en esta penúltima entrega de cine para noches de verano, ahora que el otoño, al menos en el Norte, ya resopla. Y lo hago con una película que transcurre durante la etapa más bella del verano: el final de la primavera. Cuerpo y alma, como la naturaleza misma, son cíclicos: los días se alargan, la belleza se engrandece, y algo parecido a la esperanza lo inunda todo, aún de manera efímera. 
Ingmar Bergman es de difícil deglución para el espectador medio español. El director de Upsala es el más luterano de los directores luteranos, con todo lo que ello implica: introspección, angustia vital, y un sentimiento de desorientación en cuanto a la posición del hombre en el mundo. En las películas de Bergman, los personajes (casi todos trasuntos de él mismo) se preguntan qué narices hacen morando el planeta tierra; quién los ha llevado hasta allí y si ese alguien es un ente todopoderoso o, por el contrario, alguien que se ha evadido de su responsabilidad hacia nosotros (el famoso "silencio de Dios", la seña de identidad de Bergman). Demasiada reflexión para un país, el nuestro, irreflexivo por antonomasia, y dominado por una seguridad religiosa abrumadora: existe un ser superior que nos protege. Ahora que parece que las tornas giran lentamente en España, no estaría de más exponer a los jóvenes las obras de Bergman. Quizás encuentren otros significados y alternativas para tanta estulticia con la que los productores y distribuidores maltratan a nuestros jóvenes. O no. 
Es cierto que Bergman a veces se pasa de rosca. Hay películas literalmente insoportables, no tanto por su falta de ritmo, sino por la gravedad de la historia. Gritos y Susurros, por ejemplo, constituye los 90 minutos más largos de la historia del cine. Personalmente, le tengo cierta manía a Fanny & Alexander. Sin embargo, no se puede negar que nos ha legado un ramillete de obras claves, como la inmensa Persona, la brutal El Manantial de la Doncella o la estremecedora La Hora del Lobo
A este respecto Fresas Salvajes es una película extraña para ser de Bergman. Sí, mantiene sus señas de identidad, pero introduce un lirismo poco habitual, amén de ideas surrealistas, como la concepción del tiempo como algo estrictamente personal, no lineal ni universal. Y es cierto. Es cierto. 


DESDE EL HOSPITAL

Bergman escribió el guión mientras estaba convaleciente en un hospital. Ya saben: la soledad desentraña lo que permanecía oculto, íntimo. La inmovilidad de los miembros despierta la acción de la mente. El paso de los días más allá de las ventanas suscita la desesperación y la angustia. Todo eso se mezcló en el cóctel de Bergman para Fresas Salvajes. El propio director confesó que la idea de la película le había llegado tras una suerte de ensoñación que había tenido durante una visita a sus familiares en Upsala. De repente, se vio a sí mismo abriendo por sorpresa la puerta de la casa de su abuela y observando, como si todo estuviese ocurriendo en ese mismo momento, escenas de su infancia. Ese terrible don, el de poder asistir in situ a momentos de la vida pasada y revivirlos en propia carne, es el que otorga Bergman al Doctor Isak Borg.




LA VIDA DE UN HOMBRE. LA MUERTE DE UN HOMBRE

Fresas Salvajes es, ni más ni menos, la historia de la muerte de un hombre. Un hombre que, además, sabe que vive sus últimos días. La muerte siempre avisa. Hay algo en la atmósfera de la casa, en el perpetuo fluir de los días, una sensación de gravedad, que vaticina el desenlace. Isak Borg siente, desde el primer fotograma, que su vida llega al final, algo refrendado por una pesadilla rodada con una estética muy próxima a la de Fellini o Resnais. Esta:


En esta escena, surrealista como lo son todos los sueños, Borg descubre que el viaje que está a punto de iniciar a Estocolmo para recoger un galardón que otorga el gobierno sueco, será el último de su vida. El viaje en sí, que emprende en coche con su nuera Marianne (una suerte de coro griego que nos cuenta la historia desde distintos puntos de vista), es una metáfora de la propia muerte. Según la creencia, en el momento de morir la vida le pasa a uno por delante como en una película. A Borg, sus días le pasan por delante de manera literal.

LAS FRESAS DE BERGMAN

A Marcel Proust, el aroma de una magdalena mojada en té le trajo a la memoria a su abuela y, por ende, toda su infancia y, de ahí, Por el Camino de Swann, el primer volumen de la inconmensurable En Busca del Tiempo Perdido. Bergman cambia la magdalena por unas fresas. En la primera etapa del viaje, Borg y su nuera se detienen en la casa en la que el doctor pasó la primera parte de su vida. Entra en otra dimensión, de manera literal. El tiempo se desdobla. Tumbado sobre la hierba, huele las fresas que ya brotan, y recuerda aquellos tiempos en los que su prima Sara, su amada Sara, recogía fresas y las llevaba a casa en una cesta. Sin embargo, para mal de Borg, su memoria se hace carne. Revive aquellos momentos, se pasea como un hombre del futuro por los rincones de su pasado. Vuelve a amar a Sara, su prometida, y revive también su traición.




EL HOMBRE POLIDIMENSIONAL

La experiencia encierra el mensaje de la película. El "yo" no existe. Nosotros no somos nosotros, sino todos los "nosotros" que en el mundo han sido y serán. El ser humano es una entelequia. El concepto de persona no tiene sentido. Porque el Borg actual es el Borg que amaba a su prima. El Borg pusilánime que no evita que su propio hermano le quite la novia. El Borg amargado tras sus sinsabores sentimentales. El Borg brillante. El Borg desencantado. El Borg que experimenta algo parecido al alivio al término del viaje. Borg no existe. Por eso, cuando al principio de la película su ama de llaves lo tacha de egoísta e insensible, Borg se sorprende. Él no cree ser así. A lo largo del viaje, se dará cuenta de que nosotros sólo existimos en los demás. Si alguna vez el Isak Borg de 78 años pensó en el Isak Borg de 18, el Isak Borg de 18 imaginó al de 78 y, ya imaginándolo, le dio vida. Nuestros muchos "yos" interactúan en un tiempo elástico y amorfo. Lo que se ata ahora se desata en el pasado y, por ende, en el futuro. Lo que se desata en el futuro, se desata en el pasado.
Así, si el ego no existe, ¿cuál es la función de la ciencia y de la religión? Esa es la gran duda que le asalta a Borg a lo largo de su viaje. Hombre religioso, no sabe qué responder a la pregunta de uno de los jóvenes a los que recoge en el camino y que quiere ser pastor luterano. Si el "yo" no existe, nosotros somos libres y, por tanto, la figura de Dios pierde toda vigencia. Un tema "Bergmaniano" cien por ciento.
Ese trío de jóvenes autoestopistas que acompañan a Borg y su nuera durante buena parte del viaje, son la encarnación del pasado y del futuro. De hecho, Bibi Andersson interpreta tanto a la Sara enamorada de Borg en su juventud como la Sara "contemporánea" que recoge en el camino y que no es más que las múltiples Saras que existirán. Ese trío es la ligazón entre su vieja y su nueva realidad. La esperanza, en suma.
Renovado, expulsados sus demonios, Borg está presto para morir. Un nuevo sueño lo traslada a la campiña sueca. Busca a sus padres. Los otea a lo lejos, pescando, rodeados de una luz nueva y hermosa. Le esperan.


COROLARIO

Fresas Salvajes es un Bergman tan lírico como siempre, pero más liviano, más cutáneo, como mensajero de todo el tráfago y la furia que es la vida. Esa vida que el propio Bergman trató de desentrañar, como un misterio, a lo largo de toda su carrera. 


1 comentario:

  1. Brillante!!! Vi otras cosas de Bergman pero esta me la salté. Después de leer tu análisis no me queda otra que salir corriendo a conseguirla. Gracias.

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