jueves, 6 de febrero de 2014

CRÍTICAS (II) : LA GRAN ESTAFA AMERICANA

American Hustle. EEUU. 135 minutos. Dirección: David O. Russell. Reparto: Christian Bale (Irving Rosenfeld), Amy Adams (Sydney Proser), Bradley Cooper (Richie DiMaso); Jeremy Renner (Carmine Polito); Jennifer Lawrence (Rosalyn Rosenfeld); Louis C. K. (Stoddard Thorsen); Jack Huston (Pete Musane); Michael Peña (Pacho Hernández/Jeque Abdullah); Robert De Niro (Víctor Tellegio). Guión: Eric Warren Singer & David O. Russell. Música: Varios. Fotografía: Linus Sandgren. Montaje: Alan Baumgarten, Jay Cassidy & Crispin Struthers. Dirección Artística: Jesse Rosenthal & Judy Becker. Vestuario: Michael Wilkinson. Color.  



Madre mía...
La Gran Estafa Americana es una cosa que empieza por "g" y acaba por "z". Por no ser más rudo. Resulta que este año Scorsese compite por partida doble en los Oscar. Por un lado, con El Lobo de Wall Street. Por el otro, con este fake absurdo, repelente, pijo, bobalicón, chorras, inentiligible. David O. Russell pretende homenajear a uno de los grandes (en picado desde Uno de Los Nuestros, todo hay que decirlo), y lo que hace es hundirlo en la miseria. Porque esto de American Hustle (algo así como Choriceo a la Americana) es una parodia de una película de Scorsese. Pero si hasta sale De Niro, arrugado, calvo, él mismo una parodia de sí mismo. Por cierto, De Niro hablando árabe, y la voz temblorosa, estilo "abogaaadooo", de Ricardo Solans, su habitual doblador, son lo único salvable de la película, amén de su gran selección musical, que aquí os dejo enterita



A mi lado se sentaron dos señoras con aire de haberse equivocado y haber ido al cine cuando en realidad querían ir a otro lugar. Cuando comenzó la película, con ese Christian Bale hinchado de cerveza pegándose un peluquín al cráneo mondo, pensé: "Sí se ríen las del al lado, vamos aviaos". Pues a carcajadas.



Todo es mentira

Claro. Uno lee el título de la película (acertadísima y sarcástica traducción) y piensa: "Al fin una película que nos va a explicar qué pasó en Estados Unidos para que estallase la crisis. Lehman Bros. y todo eso. Interesante". Y picas. Pero empieza la película y sale un letrerito. "Hotel Plaza. Nueva York. Abril de 1978". Vaya por dios. O sea, que no es sobre la crisis. En fin... Yo creo intuir lo que el director quiere expresar. El tío piensa: "A ver, voy a hacer una peli sobre unos timadores que timan al gobierno, una metáfora de cómo empezó todo lo que está pasando hoy. No, que timen al gobierno, pero que el gobierno los time a ellos, pero que luego parezca que son más listos que el hambre y los engañan a todos, y meten en la trena a tres congresistas, pero se vengan de la Fiscalía de Estados Unidos, y del FBI, y de un primo segundo de Arkansas capital, y luego se hacen amigos de un alcalde corrupto, pero parece que lo traicionan y lo meten en la cárcel, pero luego no, era mentira, porque era para despistar a un policía que se hace pasar por timador para pillarles, pero como ellos eran tan listos lo calan y al final le dan por donde amargan los pepinos". Sí. Seguramente, si usted va a ver la película y está muy atento, muy atento, durante las dos horas y veinte minutos que dura esta cosa, llegue a entender de qué diablos va. Pero es algo difícil, se lo digo yo. Es difícil por cinco razones. A saber:
1. Si la película no es El Crepúsculo de los Dioses, la voz en off debería estar prohibida en el cine. Mucho más si, como en el caso que nos ocupa, copa más de la mitad del metraje. Oiga, hágase un audio-book y déjenos en paz, diablos. Deje de explicar las cosas y haga cine.

2. La moda, impuesta por Scorsese y Tarantino, de poner una canción por escena. Una escena: una canción. Una escena: una canción. Váyase al cuerno. Edite un disco y déjenos en paz. Música a cascoporro. Da igual. Que es una escena de tensión, pues nada, ponemos "I Saw the Light" de Todd Rundgren que pega mucho.



3. La Gran Estafa Americana tiene los peores diálogos de los últimos años. Yo no tengo ni idea de lo que quieren expresar los guionistas, pero llega a forzar la risa alguna de la frases. Frases manidas, ya oídas taaaantas veces. Oiga, mire: véase la filmografía entera de Wilder, Lubitsch, Preminger, Wyler, y déjenos en paz, diablos.

4. Hay un serio problema de guión. Da la sensación de que lo iban reescribiendo cada día, cambiando cosas o, lo que sería peor, alguien les iba diciendo qué tenían que cambiar. Se dan situaciones ridículas. Por ejemplo, que para hacer de jeque contraten a un mejicano que se llama Paco Hernández. Hombre, por dios, ¿cómo se va a llamar Paco un jeque? jajajaja. Mire, ahí ha estado gracioso.

5. Las interpretaciones se van diluyendo, diluyendo, diluyendo... Cuando eso pasa, es por una razón: los actores no creen en la película. Si necesitan un actor gordo, ¿por qué no contratan a un actor gordo? No, contratamos a Christian Bale y le hacemos engordar treinta kilos. Si necesitan a un actriz de ojos azules, ¿por qué no la contratan? No, contratamos a Amy Adams y le ponemos unas lentillas. Unas lentillas que brillan como yo que sé. Hay planos generales en los que sólo se ven las lentillas de Amy Adams, ahí, deslumbrando. Luego, Bradley Cooper debió celarse y se pidió unas verdes. Jennifer Lawrence, la nueva "novia de América", se abstrae del tema y comete un pecado que se lo puedo tolerar a una principiante, pero no a ella: mover muy rápido los ojos de lado a lado para forzar las lágrimas. ¡¡¡Y lo hace en primer plano, además!!!


Entiendo ese juego de máscaras que propone el director, esa mecánica de muñeca rusa, ese "nada es lo que parece", esos engaños sobre engaños sobre engaños... pero para que salga bien hay que saber dirigir. Véase Operación Cicerón o Los Timadores, y luego inténtelo, O. Russell.

Corolario 
La Gran Estafa Americana no cuela para alguien que haya visto más de, no sé, veinte películas en su vida. Si tiene hijos adolescentes, quizá les pueda venir bien para saber qué no ver en el futuro. Si ése es su caso, aúne fuerzas y vaya. Sin embargo, da la sensación de película oficialista, de haber sido manipulada de alguna manera. Intuyo que la idea original era otra hasta que alguien, alguien de arriba, metió la zarpa. Tiene un tufillo a lavado de cara, a venda, a "oiga, que nosotros no provocamos nada. Que fueron sinvergüenzas como estos". Ese final, que obviamente no voy a contar, pero que desentona y patina, me da pie a sospechar que ha habido "supervisión" sobre el producto final. Sólo así se entiende, también, que haya recibido 10 (!) nominaciones al Oscar, que haya ganado tres Globos de Oro y que nos la hayan metido hasta por las orejas en España. Miren: en los cines en los que la vi, había hasta tres copias de la película. Se podía ver a seis horas distintas en un día. Éso, o que simplemente es el cine que gusta ahora en EEUU y, por ende, en España. Quizá haya que empezar a mirar a otras filmografías como futuro de este tinglado. 


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