viernes, 7 de junio de 2019

Contorsionismo en el sofá: Cine para noches de verano (Cap.2): "Dos Mujeres", de Vittorio De Sica

Dos Mujeres. Título Original: La Ciociara. Dirección: Vittorio De Sica. Reparto: Sophia Loren, Eleonora Brown, Jean-Paul Belmondo, Carlo Ninci, Raf Vallone, Emma Baron, Antonella Della Porta, Renato Salvatore. Guión: Cesare Zavattini & Vittorio De Sica, sobre una novela de Alberto Moravia. Música: Armando Trovajoli. Fotografía: Gabor Pogany. Italia, 1961, 97 minutos. Blanco y Negro. 



INTRODUCCIÓN

La segunda entrega de nuestro cine de verano abraza a uno de los grandes maestros del cine de todas las épocas: Vittorio De Sica. Humanista, "comunista a la italiana", como lo definió su hijo, profundamente cristiano y, sobre todo, emotivo hasta la médula. El llamado Neorrealismo, corriente nacida en Italia en los años de Posguerra para convertir al pueblo, a la gente llana que sufre y espera, en el centro de la historia, no tiene un precursor claro, pero De Sica es uno de sus adalides. Si se cierran los ojos y se piensa en auténticas obras maestras como Umberto D, El Limpiabotas, la inconmensurable Milagro en Milán o esa cima de la cinematografía mundial que es Ladrón de Bicicletas, lo primero que llega a la mente es la fuerza, la catarsis y ese drama que nos atañe, porque es el drama de la gente sencilla, de la gente a la que querríamos ayudar y que De Sica, con su proverbial dirección actoral (él mismo fue también actor) nos presenta como si nosotros mismos fuésemos esos personajes. Una fuerza que traspasa la pantalla y nos agarra por el cuello para que reaccionemos. 

Los personajes de De Sica son individuos que no comprenden el mundo y que, a la desesperada, intentan ordenarlo de acuerdo a sus principios. Personajes solitarios, devorados por la maquinaria de una sociedad que no deja de rodar, y que sólo buscan una cosa: esperanza. La esperanza es el motor de las películas de De Sica, pero también la frustración, la amarga constatación de que el mundo gira cada día más deprisa. 

Sin embargo, en Dos Mujeres la frustración deja paso a una minúscula posibilidad de que algo cambie. De Sica se tomó el proyecto, basado en una novela de Moravia, como el más personal de todo su repertorio. No en vano, la película se desarrolla en la aldea de Fondi, en la región de Ciociaria (de ahí el título original), al Sureste de Roma, una zona agrícola y depauperada cuya principal ciudad es Frosinone, precisamente la ciudad natal de De Sica. Además, Moravia vivió en Fondi durante unos años. Por tanto, tanto la obra literaria como la adaptación al cine son profundamente personales: Moravia y De Sica narran algo que conocen de primera mano, con personajes seguramente reales, y con una humanidad que desborda tanto el papel como la pantalla. De hecho, De Sica llegó a llorar durante el rodaje de algunas de las escenas más emotivas de la película, y de esas hay unas cuantas, y casi todas gracias a Sophia Loren.

HURACÁN LOREN

Sophia Loren encarna a la volcánica Cesira en lo que es el papel de su vida. Fue la primera actriz en ganar un Oscar por una película no hablada en inglés, además de conseguir el Bafta y la Palma de Oro en Cannes. Su personaje de mujer descreída, pragmática pero con una fuerza desmesurada si se trata de defender a su hija es ya un icono del cine, decisivo, por ejemplo, para la Raimunda de Penélope Cruz en Volver


 Sophia Loren está desbordante. Nunca miró de esa manera fiera y dulce a la vez. Nunca fue más pícara y más desgarrada a la vez. Nunca habló con tanto desparpajo y calló con tanta solemnidad. El tándem De Sica-Loren alcanza en Dos Mujeres su culmen. 
Cesira regenta una tienda de ultramarinos en Roma durante el verano de 1943. El 10 de julio los aliados inician la liberación de Italia, que culminará en mayo del 45. Es una campesina viviendo en un entorno que detesta y bajo las bombas alemanas. Unas bombas cuyo solo silbido hacen entrar en pánico a su hija Rosetta. Son dos mujeres solas en medio del terror. El marido y padre, un hombre mucho mayor con el que Cesira se casó sólo para que la sacara de su pueblo, hace tiempo que ha muerto. La posibilidad de iniciar un romance con uno de los amigos de su marido la retendría en Roma y ella quiere vivir, quiere huir de las bombas y, sobre todo, quiere proteger a su hija de cualquier peligro.

LA TIERRA Y EL CIELO

Se inicia entonces un regreso a la tierra, tanto física como psíquicamente. Cesira vuelve a su pueblo, vuelve con los suyos, en una aldea perdida donde las bombas no llegan. Ella misma es la tierra: dura y realista, directa y desacomplejada. Cesira ve la guerra como un engorro, no como un sufrimiento general. Se la trae al pairo todos los muertos, las dictaduras, el despotismo, las penurias... no van con ella: sólo quiere sobrevivir junto a su hija. Un sentimiento, y éste es un punto que no pasa de moda, que comparten los aldeanos, a modo de "beatus ille". La mayoría, pobres de solemnidad, prefieren no saber lo qué pasa más allá de Fondi. Mussolini no es más que un nombre. 
Personalmente, me gusta la moralina en las películas, sobre todo si me la dan De Sica, Capra o Spielberg. Y la moralina en Dos Mujeres viene de la mano de Michelle (Belmondo), el intelectual del pueblo, el que lee a Marx y la Biblia, el que quiso ser cura y ahora quiere ser partisano, el que desea acabar con Mussolini, y el que quiere ensanchar la mente de sus paisanos. No hay esperanza. La guerra pasará, y todo seguirá igual... pero al menos, Rosetta, la adolescente hija de Cesira, parece poco a poco empaparse del discurso comprometido de Michelle. 


El idealismo y lo telúrico comienzan a unirse hasta que la realidad llega como un ciclón a Fondi. Los alemanes, en su retirada, llegan a la zona. Y Michelle pagará cara su osadía. Tiene demasiados enemigos. Cuando la vida de Cesira y Rosetta parece cambiar, los americanos entran en la aldea. El fascismo ha caído. Es hora de volver a Roma... pero no hay esperanza: unos soldados turcos violan a ambas mujeres en una iglesia en ruinas. No hay paz. Nunca habrá paz. Ambas han cambiado. La guerra se las ha llevado por delante. Porque la inocencia es la primera víctima de toda guerra.

COROLARIO

Dos Mujeres va del humanismo entrañable de De Sica, encarnado de manera inolvidable por Sophia Loren, a esa acritud que invade la parte final de la película, que incomoda y que el maestro italiano se ve obligado a aliviar un tanto en la última escena para que el golpe no nos deje noqueados durante unas horas.

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